Crisis de valores

Parece que en los titulares de todo el mundo no se habla de otra cosa, "Crisis", creo que las personas nos hemos dejado de centrar en otros aspectos algo mas humanos. Desde que estamos inmersos en lo que se denominan "ciclos económicos", no paramos de ver como el capitalismo ha conseguido hacer crecer y hundir economías, pero ¿que ha detrás de todas ellas? Nuestro querido amigo, el dinero. Aquel objeto que nació con la mera función de ayudar a poner valor a algo para intercambiarlo, hoy en día lo hemos cambiado de los pies a la cabeza.

El ser humano desde el comienzo de la última década ha cambiado radicalmente su sentido. ¿Por qué hemos puesto todo a la venta? Nos hemos corrompido. No usamos el dinero como método de cambio, sino como diferenciación social. Desde la gente mas adinerada, que usa al susodicho para dejar claro a la sociedad que tiene  mas que otros y los que carecen de éste tiran por la borda su dignidad con finalidad incentivadora como la venta de órganos o la prostitución.

Michael J. Sandel un prestigioso profesor de la universidad de Harvard en su libro, "Lo que el dinero no puede comprar, Límites morales del mercado" hace hincapié en lo nombrado anteriormente. cada vez son mas las empresas que buscan estas desigualdades para llamar la atención. "El más fatídico cambio de las últimas décadas no es el aumento de la codicia, sino la expansión de los mercados y sus valores a esferas vitales que no son suyas".

La pregunta que me gustaría meditar es si queda algo cívico y moral que no se pueda comprar. El turno, pagando extra nos lo saltamos en las aerolíneas,  se puede pagar por estar mejor que los demás en un hotel, banqueros que tratan cual marioneta a sus clientes para ganar dinero, aseguradoras privadas que compran pólizas de gente enferma para tras su muerte cobrar ese seguro...

El Pragmatismo ha desplazado a la ética porque básicamente es mas rentable y a los que mas tienen, les interesa este desequilibrio y lo fomentan desde muchos ámbitos que controlan, por eso ha llegado la hora de preguntarse, ¿De verdad queremos vivir en un mundo en el que todo tiene un precio?